PAPAPA…

Hoy cuando he vuelto de trabajar he estado un buen rato disfrutando de mi hijo.

Me he bañado con él, le he secado el pelo y luego hemos estado jugando.

Me he llenado de alegría cuando ha dicho «papapapa…» Le he mirado a los ojos y le he dicho: «di papá«.

Tras mucho insistir ha vuelto a decir: «papapapa…» así hasta tres veces.

Le ha costado, pero lo ha terminado diciendo.

Ha sido precioso.

Ojalá llegue pronto el momento en el que comience a nombrar las cosas.

¡Te quiero JAN!

4 comentarios en “PAPAPA…

  1. Hola a toda la familia. He firmado ya un par de veces en vuestro blog, pero hoy lo hago por tres razones importantes.
    1. Hoy vi la miniserie Sofía en la web de Antena 3 y por supuesto me acordé del pequeño JAN al ver a su mamá trabajando.
    2. La actualización de hoy me alegra personalmente ya que yo soy logopeda, y ver que un niño empieza con sus primeras sílabas, que las repite bajo petición,… es que me encanta! Estáis haciendo un buen trabajo y ya veréis como pronto JAN no dejará de dar gritos por toda la casa llamándoos.
    3. Hoy en mis clases de la Universidad (estudio intervención temprana en sorderas), hablábamos de como se sienten los padres cuando su hijo no es como esperaban. Me gustaría compartir con vosotros este texto que nos han leído en clase y que me parece una forma muy bonita de expresar lo que los padres pueden sentir en esos momentos. Espero que os guste. http://www.reflux.org/reflux/webdoc01.nsf/(vwWebPage)/HollandSpanish.htm?OpenDocument
    Un saludo para los papás y un gran beso para ese futuro charlatán de JAN.
    María.

  2. Bernardo solía decir que el espectáculo de Mónica tenía tanta magia como el suyo y que ese era uno de los secretos del éxito de aquel circo: que respondía a la necesidad del público de ver y creer en la magia.
    Y lo cierto es que era el único que conseguía tantos aplausos y felicitaciones como ella.
    Verdaderamente la gente necesitaba algo de magia en su vida.
    Jan escuchaba atento cada detalle. ¿Qué podría hacer él?
    -Paciencia Jan, pronto lo sabrás -Le dijo la vocecilla.
    Así es que Jan suspiró profundamente para aplacar su impaciencia y continuó escuchando.
    Bernardo no era un mago cualquiera. Supo que lo era a una edad muy temprana, de hecho solía bromear diciendo que él nació “como por arte de magia” y que a su padre no le dijeron aquello de “enhorabuena, ha tenido usted un varón” sino “¡tachán!, ha tenido usted un mago”.
    Había un hecho, sin embargo, de difícil explicación, a menos que uno crea en la magia tanto como el propio Bernardo, y es que Bernardo, en realidad no sabía hacer magia.
    -¿Cómo? –preguntó Jan confundido-, ¿Es que hace trampitas?
    -Que no, Jan, que no es eso.
    Jamás asistió a una escuela de magia, como la mayoría de los magos que conocía y jamás practicaba en secreto las argucias de prestidigitadores e ilusionistas. La magia de Bernardo era auténtica magia, tanto que ni él mismo sabía el mecanismo de sus trucos. Sencillamente salía al escenario y, tal y como él decía, “sacaba los trucos de la chistera”.
    Y así era. Prácticamente se inventaba el truco en el momento y después, dejaba que la magia hiciese el resto, de modo que la mayoría de las veces ni el propio Bernardo sabía cómo terminaría el espectáculo. Le encantaba dejarse sorprender por los caprichos de la magia y su cara de asombro a menudo era mayor que la de los espectadores.
    Bernardo decía que la magia era cuestión de ilusión, confianza y respeto: Como el amor.

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