ARTÍCULO

Ayer me encontré navegando por la red un artículo que me emocionó.

Como ya he comentado muchas veces en el blog, el nacimiento de JAN nos cambió la vida… estamos contagiados por algo hermoso… je, je.

Por cierto, JAN se encuentra mejor del oído, hoy hemos estado en la pediatra y le ha encontrado muy bien.

Aquí os pongo el artículo:

Probablemente el título nos haga reír o nos cause cierto ruido. Pero lo que escribe Wendy Holden es muy cierto. Esperemos que les lleve a la reflexión.
Texto de Wendy Holden desde Ellensburg, Washington, EEUU.

EL SÍNDROME DE DOWN ES CONTAGIOSO
El síndrome de Down es una alteración genética caracterizada por una triplicación del material genético en el cromosoma 21. Esta trisomía ocurre con la primera división del cigoto en desarrollo y, como resultado, hay un material genético extra presente en todas las células del individuo. Recientemente, la ciencia ha descubierto que esta alteración celular es altamente contagiosa. Como consecuencia de ello, los miembros de la familia (e incluso amigos) de las personas con síndrome de Down exhiben a menudo cambios dramáticos debido a este “algo extra” que impregna su cuerpo a nivel celular. Estos cambios se manifiestan en varias formas.
Hay algo nuevo en la corteza visual que provoca que los padres vean el mundo de manera diferente. Además de ver las cosas con un prisma completamente nuevo, estos padres han manifestado tener una mayor capacidad para concentrarse en lo que es importante en la vida. Así mismo, se ha confirmado la aparición espontánea de lágrimas de alegría.
La sección del cerebro que se utilizan en el pensamiento lógico sufre cambios dramáticos. Los padres se encuentran, de repente, capacitados para comprender y discutir sobre complejos procedimientos médicos. La capacidad de descifrar  largas cadenas de siglas aparece casi de inmediato y no es raro que los padres de los recién nacidos puedan diferenciar entre DSA, PDA y DSV. Otro efecto secundario es la familiaridad con los nebulizadores, tubos y sondas.
Con el tiempo, todo el sistema nervioso se transforma, lo que permite a los padres realizar tareas que antes parecían imposibles. Estos cambios provocan en las personas encontrar el temple para hablar ante mucha gente o en las aulas de estudiantes de medicina, así como para educar a la población en general sobre temas que les apasionan.
Estos cambios están estrechamente vinculados a disfunciones en las habilidades verbales, lo que hace prácticamente imposible que los padres dejen de hablar. A menudo, las personas que anteriormente se consideraban reservadas se muestran abiertas y comunicativas.
El sistema pulmonar se ve alterado de forma drástica. Los padres afirman que les falta el aliento ante la mínima provocación.
El sistema cardiovascular desarrolla vulnerabilidades similares y es común hablar de corazones que se hacen más grandes y que palpitan con mayor fuerza. Una madre proclamó que su corazón dio un vuelco cuando su hijo le sonrió por primera vez.
Las extremidades también se alteran. Los brazos se extienden hacia las personas extrañas en busca de ayuda y, a su vez, las manos consuelan y animan a quienes  lo necesitan. Las piernas se fortalecen y el equilibrio mejora, permitiendo a los padres mantenerse firmes en sus convicciones y caminar sin descanso, incluso cuando deben asumir una carga pesada.
Los científicos están desconcertados por el ámbito de afectación generalizada de estos síntomas.
Igualmente desconcertante es la respuesta de los afectados.
Los padres reconocen abiertamente esto cambios fundamentales en su ser. Pero casi todo el mundo declara estar más satisfecho por la alteración y su nuevo funcionamiento. “No lo cambiaría por nada” es un dicho común. Al parecer, la presencia de ese “algo extra” mejora la vida de las personas que han tenido la suerte de ser contagiadas.