Pues nada, un año más no pudo ser.
Esta vez tocaba, la volvimos a rozar con los dedos pero nada.
Me impresiona como un instante puede cambiar todo.
Me da mucha pena por todos aquellos niños colchoneros que están tristes. Hace un rato me encontré a un chaval llorando de unos once años en el garaje con una camiseta rojiblanca.
Pero eso sí, como dije ayer me alegro por todos los chavales merengues, que estarán contentos porque ha ganado su equipo.
Y la verdad es que pese a haber perdido sé que JAN está feliz y que la felicidad está por encima de un partido de fútbol.
¡Te amo hijo!
Triste Final. Nunca habia visto tantas lágrimas al final de un partido… un abrazo a Jan y a todos los colchoneros.