El otro día por fin pude ir a la piscina con mi hijo.
Hasta ahora no había tenido tiempo por el trabajo.
Me bañé con el y lo pasamos en grande.
Luego, después de un pequeño berrinche de JAN por tener que salir del agua, me tumbé y llegó el masajista.
Era muy gracioso, porque JAN no me dejaba ni un momento, todo el rato quería jugar y me buscaba una y otra vez, se notaba que me echaba de menos.
Me hizo unos masajes geniales en la cara.
🙂
¡Este pequeño es la leche!
Que gracioso ¡¡¡ Es un viejo….jajaja
Mandame al masajista …
Besos desde Cartagena