EL COCHECITO

El otro día en la fiesta infantil unos chicos nos dejaron probar para JAN un cochecito de su hijo.

JAN estaba encantado en el coche. Le divertía mucho estar ahí sentado.

Es realmente maravilloso ver a JAN tan mayor e ir comprobando que cada vez se pueden hacer más cosas con él.

Un comentario en “EL COCHECITO

  1. Era un circo importante, así es que en el improvisado comedor que cada noche montaban, había veintitrés pequeñas mesas en las que se sentaban a comer por parejas.
    Mónica solía sentarse en una de las últimas mesas, cerca de la puerta por la que salían los platos. Le gustaba especialmente la número veintiuno porque ofrecía una estupenda vista del interior de la cocina cada vez que se abría la puerta, lo que le permitía observar furtivamente a Bernardo, que de vez en cuando la descubría y le dedicaba una sonrisa. Aquello provocaba en Mónica un intenso rubor que a Bernardo le parecía encantador.
    Pero aquella noche, Mónica decidió no ocupar ninguna mesa.
    No es que no tuviera hambre, ni que no quisiera probar suerte con uno de los panecillos de Bernardo.
    Simplemente pensó que lo que a ella le hacía ilusión estaba cerca, muy cerca. Estaba dentro de la cocina ataviado con un mandil y un gorro de cocinero que Bernardo había sustituido por la chistera especial que usaba las noches en las que cocinaba los famosos panecillos. Así es que si ella podía alcanzar su ilusión por sus propios medios, mejor sería ceder aquella noche su panecillo a algún otro compañero. Tal era su generosidad.
    -¿Cómo?, ¿está segura de eso? –dijo Jan un poco alarmado.
    -Pues eso parece, Jan –le respondió.
    -Pero…tú lo has dicho antes: aún les falta el truco final. ¿Y si no lo saben?
    ¿y si todo se estropea?, ¿Y si…?
    -¡Calma! Jan, quizá tu momento se acerca.
    -¿Qué puedo hacer yo?, ni si quiera he nacido aún. Todavía no me conocen.
    -Es cierto, pero tu si les conoces a ellos. Conoces sus deseos y conoces su magia.
    Jan se quedó meditando sobre el significado de aquellas palabras. Tenía que averiguar el modo de hacer que los deseos de Mónica y Bernardo se hicieran realidad a pesar de que en principio ninguno de los dos fuese a degustar un panecillo aquella noche.
    Entonces tuvo una idea.

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